Depressão precisa ser controlada em pacientes com doenças crônicas
Avaliação e detecção devem fazer parte de protocolos médicos.Tratamento desta e de outras doenças deve ser conjunto.
06/10/09 - Muito se fala dos efeitos da depressão e dos estados mentais negativos sobre a saúde, principalmente sobre as doenças crônicas. Porém, não havia documentação científica se as queixas dos depressivos tinham substrato anatômico, ou seja, a piora relatada pelos pacientes tinha ou não correlação com os exames de acompanhamento.
Pesquisadores da Califórnia, buscaram associar os sintomas de pacientes portadores de doença cardíaca conhecida, com os exames da função cardíaca.
Foram acompanhados mais de mil pacientes de São Francisco que estavam em tratamento para cardiopatia coronariana ou hipertensos, no período de 2000 a 2002. Os pacientes responderam questionários que avaliavam a presença de depressão e também eram submetidos aos exames tradicionais para doença cardíaca como eletrocardiograma, ecocardiograma e testes de esteira. (...)
Conclusão do estudo: embora a depressão não agrave as doenças crônicas, sua avaliação e a detecção dos sintomas depressivos nos pacientes portadores de doença crônica, deve fazer parte dos protocolos de acompanhamento. Além disso, deve haver um manejo adequado e propostas de tratamento conjunto da doença de base e da depressão. Fonte: G1.
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La ley del intestino
06/10/2009 - Un trozo de intestino de un cobaya expulsa una masa de alimento. Es 1917 cuando el científico alemán Paul Tredelenburg realizó este experimento, que le permitió demostrar que el intestino realiza el movimiento peristáltico de forma autónoma. La suma de este reflejo y de la dirección en sentido anal del movimiento se denomina ley del intestino. Siento hace días como si un ratón hurgara en mi estómago, puede que buscando una salida hacia el intestino y más allá; es una sensación perenne, de la que soy consciente día y noche; a veces llego a ver ese ratón de verdad entretenido en mis entrañas, aunque solo en sueños, lo que me demuestra que la sensación está conmigo siempre. No es nada del otro mundo, por otra parte, ya que sensaciones como ésa las tiene todo bicho viviente, por lo menos todos los mamíferos, unas veces por un motivo y otras veces por otro: que si estoy a punto de declarar mi amor a alguien, que si otro día de trabajo precario y ya veremos, que si el examen de mañana será decisivo y tengo que hacerlo perfecto o por lo menos aprobarlo... Pero, ¿por qué, aparte de tener esos problemas metidos en la cabeza, parece que el estómago también siente que esos problemas son suyos?Como quiera que ese ratón inquieto haya estado hurgando los estómagos de la humanidad desde que ésta tiene estómago, ya hace más de cuatro mil años los egipcios se atrevieron a localizar en el vientre la sede de nuestros sentimientos y emociones. En todas las culturas se ha tenido idea de que las tripas pueden experimentar emociones.
Eso que las tradiciones culturales insinuaban y repetían sin una base científica encuentra ahora una explicación ajustada a los dominios de la ciencia. Tras décadas de trabajo, los científicos se atreven a afirmar sin ruborizarse que, por inaudito que parezca, nuestro vientre aloja un segundo cerebro muy similar al que tenemos en la cabeza. En efecto, el tubo digestivo está literalmente envuelto por una red de más de cien millones de células nerviosas, casi el mismo número que en la médula espinal.
Hasta hace poco, los neurofisiólogos incluían ese "cerebro" abdominal dentro del sistema nervioso periférico, con la denominación de sistema nervioso entérico. Sin embargo, un cúmulo de datos a lo largo de estas últimas décadas ha revelado una similitud sorprendente entre el sistema nervioso entérico y el cerebro. Así, el sistema nervioso entérico utiliza todas las clases de neurotransmisores presentes en el cerebro; eso puede implicar que la funcionalidad del sistema nervioso abdominal sea tan compleja como la del cerebro. Y por si fuera poco, el cerebro del estómago también padece las lesiones del Alzheimer y el Parkinson.
Nuestro segundo cerebro funciona de forma autónoma con respecto al cerebro de la cabeza, aunque ambos están interconectados: la mente está conectada con el estómago; o mejor dicho el estómago está conectado con la psique, ya que nueve de cada diez mensajes intercambiados entre ambos cerebros van del estómago a la cabeza. El hecho de que el cerebro abdominal trabaje de forma autónoma sugiere la posibilidad de que también pueda recordar emociones, sufrir de estrés, sufrir sus propias neurosis y contagiarlas a la cabeza. No es extraño que cuando el aparato digestivo enferma y nos hace conscientes de su pena mediante un discurso de vómitos, diarreas, ardores, espasmos y un estado de depresión, nos veamos incapaces de pensar. Sin pretender corregir a Descartes, tendría sentido añadir: "Como, luego existo". Fonte: Diario Córdoba.
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